La llegada del verano, aunque por lo general es un motivo de satisfacción para los trabajadores debido a que trae consigo la llegada también de las vacaciones, puede convertirse en un auténtico polvorín dentro de la empresa a punto de estallar si no se realiza correctamente una gestión de las vacaciones.
Existen una serie de mínimos indispensables en este tipo de situaciones como pueden ser:
-Cumplir el Estatuto de los Trabajadores o el convenio colectivo a la hora de pactar las vacaciones, comunicándolo con al menos 2 meses de antelación.
-Asegurar la capacidad de asumir trabajo en la empresa determinando lo mejor posible que empleados pueden estar a la vez de vacaciones para que no se paralice el funcionamiento habitual del trabajo.
-Establecer criterios claros a la hora de elegir las vacaciones. Si existe algún tipo de preferencia de ajudicación para trabajadores con más antigüedad o rango, si se puede variar una vez establecido el periodo vacacional, etc…
Sin embargo, en ocasiones puede ocurrir que aún así sucedan problemas. Por ejemplo, se puede dar que un empleado insista en una fecha que no es posible para la empresa, y que incluso sin autorización se pueda llegar a ir.
Pueden darse dos situaciones:
–Si no se ha contestado a su solicitud de vacaciones: si tras su solicitud a través de un medio oficial, la empresa no le contesta ni positiva ni negativamente existirá una aceptación implícita por parte de la empresa.
–Si se ha contestado a la solicitud de manera negativa y aún así el trabajador se marcha de vacaciones, la empresa tendrá un motivo justificado para despedirlo de manera disciplinaria.
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Ya que ante este tipo de problemas, lo mejor es prevenir y tratar de que no puedan producirse este tipo de situaciones, y qué mejor forma de evitarlo que contando con un equipo de expertos en el área laboral como los de IBC ASESORÍA.
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